Innovación e inspiración

Para innovar hay que inspirarse.

Fácil de decir, menos por hacer.

Especialmente cuando la innovación está sujeta a limitaciones, a veces estrictas.

Este es el caso de las obras por encargo. Estas obras se realizan para una persona o entidad en particular y por lo tanto cumplen con ciertos requisitos.

Esto suele dar como resultado una iconografía específica.

Por ejemplo, uno de mis clientes quería una obra que expresara la idea de un viaje espiritual.

Para responder a su petición, realicé una entrevista para comprender qué ponía detrás de sus palabras, su intención y el destino de este trabajo.

Porque la obra sirve a un discurso, a una intención intelectual, espiritual y emocional.

La inspiración, el primer hito de la creación, es un movimiento. En pintura, es el del espíritu hacia la mano, luego de la mano hacia el lienzo.

Cuando la mente desciende hacia lo concreto, hacia la realidad física del lienzo, traduce las ideas en formas; Al igual que el lenguaje, estas formas se articulan en un todo coherente y apuntan, en mis obras, a la armonía.

Se apoya en el color, cuyo significado simbólico añade una dimensión ontológica y emocional a la obra.

La combinación de estos elementos ya existentes significa crear combinaciones nuevas e inéditas: este es el corazón de la innovación.

Picasso decía: “los buenos artistas copian, los grandes artistas roban”.

Steve Jobs añade: “Siempre nos ha avergonzado robar grandes ideas. ... Creo que parte de lo que hizo del Macintosh algo grandioso fue que las personas que trabajaron en él fueron músicos, poetas, artistas, zoólogos e historiadores que resultaron ser también los mejores especialistas en informática del mundo”.
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